El Edificio América en el concierto del Art Decó

El Edificio América en el concierto del Art Decó

Marcos Antonio Tamames Henderson 

De plácemes está el patrimonio cultural de Centro Habana por el 80 aniversario del antiguo Edificio Rodríguez Vázquez o Edificio América, nombre con el que se le reconoce tanto por el lumínico que anuncia el teatro que junto a otras instalaciones ocupa la planta baja en la comercial calle Galiano entre Concordia y Neptuno, como por la fuerza de una praxis cultural que se remonta a los inicios del siglo XX en este espacio urbano [1], hecho que ha despertado en la vida de varias generaciones de cubanos y extranjeros un momento de especial connotación tras la magia de un festival, un concierto, una obra teatral o una de esas revistas  musicales que lo han hecho inolvidable. El Edificio América está inscrito en el inventario de Monumentos y Sitios desde 1981 y entre sus valores se encuentran los de naturaleza histórica y constructiva.

Es común el orgullo con que los entendidos en el universo artístico se refieren a él como exponente de Art Decó en Cuba, ese estilo arquitectónico al que se sumó La Habana, y toda Cuba, para seguir los cánones de renovación manifiestos en la Exposición de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París de 1925, esta vez en la concepción de transformar las exuberantes líneas curvas, a la manera del Art Nouveau, por un sistema decorativo lineal recto, de paños ornamentales abstractos o figuras estilizadas [2]. 

No podría ser de otro modo, a pesar de ocupar todo el frente de una manzana, el América ofrece una composición de volúmenes que define una verticalidad inatrapable en su totalidad en la tradicional traza urbana en la que fue plantado. Al América se le descubre desde cuadras antes, pero la imposibilidad de capturar plenamente su fachada, lo revela como una especie de rascacielos a la vista del transeúnte que no escapa a la intención en inclinar la cabeza en pos de su máxima altura. La sólida marquesina que corre de una a otra esquina y da mayor amplitud al corrido portal exigida por las ordenanzas decimonónicas para el caso de las calzadas y paseos, distinguen en él dos zonas funcionales: en planta baja, establecimientos comerciales; en alta, apartamentos. En su conjunto, un rotundo signo de modernidad.


Desde una perspectiva patrimonial, ¿qué lugar ocupa El América en el concierto del Art Decó? Para responder a esta interrogante, asomémonos a él como producto de su tiempo, mirémoslo como fragua de las coordenadas que acompañan a la arquitectura entre finales de la década del 30 e inicios de los 40 en su entorno inmediato, un espacio geográfico en debate cultural entre la Habana Vieja y Centro Habana. 

El punto de partida bien pudiera ser 1938, el año culminación de dos obras paradigmáticas del Decó en la Isla: en Ave de las Misiones entre Empedrado y San Juan de Dios, “El Bacardí”, máximo exponente, de la autoría de Esteban Rodríguez Castells y Rafael Fernández Ruenes y, en reconstrucción total, en Prado entre Colón y Trocadero, el cine teatro Fausto, obra del arquitecto Saturnino Parajón que devino vanguardia en su tipología al tomar como referente las normas internacionales en relación con la acústica y el sonido, primero en tener aire acondicionado, mobiliario de acero niquelado, escenario movible en su parte central, una teatral ambientación en fachada y lobby mediante iluminación, a  los que añade elementos decorativos propios del estilo como bajorrelieves de diseños florales simplificados y formas geométricas en el piso del vestíbulo y escaleras, un referente visual de la modernidad, del diálogo entre Decó y su función, la industria cinematográfica. El primero de esos exponentes, además de marcar pautas en la nobleza de los materiales, todo revestido en mayólica, el diseño y colorido, aportó la altura al entono habanero; el segundo, la relación entre arte e industria. 

 Aunque a mayor distancia de Galiano, al estar emplazado en L entre 11 y 13, en el Vedado, es preciso incluir aquí el Edificio López Serrano, reconocido en la historia de la arquitectura y el urbanismo como el primero de los de vivienda en altura de La Habana [3], construido por la firma de arquitectos Mira y Rosich, también de 1938. 

Los primeros exponentes del Decó, devienen expresión de continuidad en la permanente modernidad a la que ha mirado la isla en su devenir. Es interés del Colegio de Arquitectos enriquecer la imagen de La Habana con códigos modernos mediante la puesta en práctica de la ingeniosidad de sus profesionales. A ello tributa la Medalla de Oro otorgada al Fausto tres años después de su inauguración, en 1941.  

Así, el Edificio América encuentra en ellos sólidos antecedentes de modernidad, y sus propietarios apuestan por la potencialidad económica que ofrece ahora el suelo. La riqueza urbana como patrimonio particular, que revela a los investigadores los padrones de vecinos durante el periodo colonial, adquiere insospechada potencialidad en el primer cuarto del siglo XX, al tiempo que la polifuncionalidad ofrece pluralidad connotativa al inmueble precisamente a partir de las funciones sociales que presta. 

Desafiando la tradicional clasificación de repertorios arquitectónicos (militares, religiosos, civiles y domésticos), El América, se inscribe en edificios múltiples, y elegir su valor patrimonial con miras solo a una de ellas, como el teatro, cafetería o vivienda, conlleva a ignorar valores atribuidos por determinados sectores o grupos sociales. Para el patrimonio cultural, morar en el Edificio América, es estar ligado, positiva o negativamente, a los servicios que se prestan en su planta baja, e incluso, puede ser considerado como un valor añadido, del que presumen los que allí habitan. 






Resultan instrumentos del concierto Decó en El América: la altura, los materiales, el color y la herrería, entre otros. Sus notas principales, la composición de fachada en base a rectas columnatas en rítmica disposición, los juegos de altura entre su parte central y los laterales; el revestimiento de mayólica verde para distinguir la entrada principal a la zona de apartamentos, y detalles de herrería como el picaporte o pasamano de las escaleras interiores. En su mayoría, un conjunto de detalles al que caracteriza la sobriedad; en su totalidad, un armónico conjunto.


Amén a la mirada que lanzaran sus autores, Fernando Martínez Campos y Pascual Rojas, al Rockefeller Center, de Nueva York, Centro Habana adquirió con el Edificio Rodríguez Vázquez una obra cuya autenticidad mayor está en su diálogo con exponentes tan antiguos como la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, 1843 (remodelada en 1931), en Galiano entre 3er. Conde Cañongo y Concordia; y otros tan modernos como el Edificio de Parqueo de Galiano no. 252 – 256, entre Concordia y Neptuno, de 1957. 

En el concierto del Art Decó, el Edificio América es la expresión de una ciudad en permanente miras a los horizontes culturales universales, una nota sin cuya musicalidad no tendría ya Galiano la misma armonía. Cuidémoslo en su 80 aniversario.   

Referencias: 

1.- V. Marcos Tamames: “El Edificio América y el espíritu del lugar”, Museo Municipal de Centro Habana, 27 de marzo de 2021. https://museocenrohabana.blogspot.com/2021/03/el-edificio-america-y-el-espiritud-del.html?=1

2.- El término Art Decó fue establecido durante la exposición retrospectiva de los años 20 realizada en el Museo de Artes Decorativas de París entre el 3 de marzo y el 16 de mayo de 1966.

3.- Roberto Segre, Eliana Cárdenas y Lohania Aruca: Historia de la arquitectura y urbanismo en América Latina y Cuba, pp. 235-240, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1986.  


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