El Edificio América y el espíritu del lugar.
El Edificio América y el espíritu del lugar.
Marcos Antonio Tamames Henderson
Por estos días, el 29 de marzo, arriba a sus 80 años uno de los exponentes más significativos de la arquitectura en Centro Habana: el Edificio América; y entendamos desde ya que se explicita en “significativo”, el lugar que ocupa este inmueble como documento histórico-cultural de La Habana extramuros, de la Nueva Habana, de un sustancioso fragmento identitario de los cubanos, perspectiva desde la cual se llega a comprender su significación como bien patrimonial, un objetivo que resulta alcanzable desde el estudio de su representación en la historia, el arte, la cultura…, de un hurgar en su pasado, en sus protagonistas, e incluso en sus antecedentes. El aniversario 80 bien merece esta mirada; en tiempo record, inténtemelos.
El ingreso del Edif. Rodríguez Vázquez o Edif. América en el inventario de la Oficina de Sitios y Monumentos del Municipio Centro Habana, fue iniciado el 25 de septiembre de 1981, cuando Gloria Curbelo, especialista del Museo Histórico Municipal, lo inscribió como edificio múltiple subordinado a varias direcciones entre las que se destacan la Empresa Exhibidora de Películas y la Dirección Municipal de Gastronomía; a ello continuó el registro de la tarja dedicada a honrar la figura de Urselia Díaz Báez, la joven de 18 años que perdiera la vida el 3 de septiembre de 1957 por la dictadura batistiana en este lugar, por Tomás Piard González, técnico del museo, y José R. Valdés, restaurador, el 11 de enero de 1982. Sitio histórico y construcciones (del repertorio civil y conmemorativa), fueron tipologías del patrimonio reconocidas de manera tácita en la planilla. Del resto se habría de encargar la investigación el bien cultural.
El antiguo Edificio Rodríguez Vázquez se ubica en la calle Galiano, donde, por el lateral izquierdo, da apertura y cierre a la cuadra limitada por los ejes Concordia y Neptuno con los números 251, 253, 255 y 257; una construcción que se asentó en la memoria colectiva como Edif. América, al contener un elegante teatro bajo ese nombre, de hecho, la función inaugural del mismo, el 29 de marzo de 1941, deviene fecha de celebración de aniversario.
La búsqueda de los antecedentes de la edificación nos llevó a explorar el Plano Pintoresco de La Habana con los números de las casas, impreso por de B. May y Ca., en 1853, en el que no aparece numeración de edificación alguna en el lateral oeste de la manzana; es decir, en Galiano e/ Concordia y Neptuno.
Por su lado, el Directorio de Cuba de 1927, un siglo enjundiosa enciclopedia atesorada en la Biblioteca Nacional José Martí que, en su página 371, refiere 74 años después, el inmueble no. 61 en el que relaciona a Silverio Bravo, el Teatro Moulin Rouge, Vázquez y Cía., y Antonio Paz, entonces entre las calles Enrique Villuendas y Zenea, nombres con los que habían sido rebautizadas Concordia y Neptuno respetivamente.
¿Existía en este sitio un teatro al estilo del legendario Molino Rojo, el cabaret parisino fundado en 1889 por el español Joseph Oller, sitio que inspiró los carteles de Henri de Toulouse-Lautrec y las escenas del impresionista Auguste Renoir? ¿Disfrutaron los centrohabaneros y visitantes foráneos del “cancán francés” y las revistas musicales puestas de moda a partir de 1925 en el Teatro Moulin Rouge que dirigiera Vázquez y Compañía en Galiano entre Concordia y Neptuno?
¿Enriquecía la moda parisina en la calle Galiano imprimiéndole aires de boulevard durante las primeras décadas del siglo XX? Corrobora su presencia el texto Centro Habana. Un futuro sustentable, al referir, en la esquina de Galiano y Neptuno, “la existencia de los teatros Cuba (1898) y Molino Rojo (1909). ¿Podría ser considerado el apellido Vázquez como continuidad comercial entre 1927 y la construcción del Edificio América?
De ser así, se trata de una praxis cultural que otorga al espacio, en 1941, más de 30 años de espectáculo, de un dinámico accionar cultural que debió generar un sin número de sentidos tanto en el entorno inmediato, la calle Galiano y sus alrededores, como en La Habana toda. Recuérdese que, en el tema de valores patrimoniales, resulta vital conocer la significación que cobra “el bien” para los diferentes grupos humanos que se vinculan a él, “de acuerdo con sus sistemas de valores, expectativas y nivel de vida, y cómo cada uno de ellos se siente condicionado, favorecido o relegado”, al decir del profesor e historiador de la arquitectura y el urbanismo Roberto Segre.
La relación del teatro con este lugar antecede a la construcción del Edificio y se vincula de forma directa al que tiene allí su sede desde 1941, aunque cierto es que su connotación patrimonial no se reduce a ello. Es común destacar entre los valores propios de estas instituciones, las obras y figuras que la crítica, la historia y el público, perpetuaron. Cuenta entre los valores del parisino Moulin Rouge, las actuaciones de Edith Piaf, Yves Montand, Charles Trenet, Charles Aznavour, Mistinguett, Frank Sinatra, Liza Minnelli y Dean Martin, entre muchas otras; del nuestro apenas se sabe del “debut de la famosa cupletista la Chelito”, de modo que nos acompaña un laguna a salvar en la memoria histórica de este lugar. En cambio, de los que acompañan al actual Teatro América, la lista resulta prácticamente interminable: Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, Chucho Valdés, Juan Formell, Pero Infanta, Rita Montaner, Moisés Simons, Esther Borja, Rosita Fornés, María de los Ángeles Santana, Lola Flores, Isolina Carrillo, Elena Burke, Benny Moré, Sara Montiel, Libertad Lamarque, Bola de Nieve….
El edificio América estrenó su teatro el 29 de marzo de 1941, pero el lugar, comprendido como sitio histórico en el ámbito de la cultura abraza a los teatros Cuba y al Molino Rojo, debemos ahondar en ello para adentrarnos en el espíritu del lugar, en eso que el escritor Lawrence Durrell describe como:
Cada territorio tiene su propio espíritu territorial. Todas las personas se polarizan en torno a una localidad concreta, que es su casa, su patria. Los distintos lugares en la faz de la tierra tienen diferente energía vital, diferente vibraciones, diferentes exhalaciones químicas, relaciones diferentes con las estrellas: llámelo como quieran. Pero el espíritu territorial es una gran realidad.
¿No se encuentran en los teatros anteriores los aires del espectáculo que conllevó a que el Teatro América fuera reconocido en 1991, tras la restauración que le devolvió su prístina imagen, como el Teatro de Variedades de la Ciudad de La Habana?
Desde Galiano entre Concordia y Neptuno, a la luz del 80 aniversario del Edificio América y en tributo a los comerciantes que contribuyeron a situar a Centro Habana, a “La Habana”, en las coordenadas culturales internacionales de su tiempo histórico, revisitemos el filme Moulin Rouge, dirigido por Baz Luhrmann y protagonizado por Nicole Kidman; imaginemos cuánto de luces y diseño fueron atemperados al comercial eje y a la cosmopolita ciudad cubana. Ratifiquemos cuanto de continuidad hay en lo heredado. Conocernos y reconocernos, es premisa sustancial para defender el patrimonio cultural.
Referencias:
1.- Gina Rey (comp.): Centro Habana. Un futuro sustentable, p. 210, La Habana, 2009.
2.- Roberto Segre: América Latina, fin de milenio: raíces y perspectivas de su arquitectura, pp. 193 y 194. Apud. Marcos Tamames: “Introducción”, en su La ciudad como texto cultural. Camagüey 1514-1837, p. [11], Ed. Ácana, Camagüey, 2005.
3.- Gina Rey: Loc. Cit.
Imágenes:
1.- Edificio América, antiguo Edificio Rodríguez-Vázquez.
2.- Plano Pintoresco de La Habana con los números de las casas, impreso por de B. May y Ca., en 1853. (Detalle)
3.- El Moulin Rouge, París.
4.- Henri de Toulouse-Lautrec, Cartel de Mistinguett.
5.- Edificio América. (Detalle)
Es una delicia el relato, gracias Tamames.
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