EL MUSEO MUNICIPAL Y EL DESARROLLO LOCAL.

EL MUSEO MUNICIPAL Y EL DESARROLLO LOCAL. 

Marcos Antonio Tamames Henderson 


En víspera al 18 de mayo, Día Internacional de los Museos y desde el Histórico Municipal de Centro Habana, propongo penetrar en la historia de una de las tipologías de instituciones museables más antiguas y eficaces. El Museo Municipal, una modalidad llamada hoy a convertirse en centro de los proyectos de Desarrollo Local de los Municipios, en tanto en ellos se han de atesorar, en exponentes y documentos, la conformación de su identidad, idiosincrasia y esos valores que son, ante todo, comunitarios, y luego, por su fuerza y solidez, regionales y nacionales. 

El Museo Municipal ocupa un lugar significativo dentro de la museología universal. Es una tipología que debe su nombre al hecho de que su génesis y función se encuentran en el pensamiento ilustrado de alcaldes y concejales del Ayuntamiento y no en pocas ocasiones, por la connotación de la ciudad como exponente civilizatorio del territorio, se presenta con el nombre Museo de la Ciudad. Por otro lado, al tener como objetivo primordial narrar la evolución del lugar en un orden cronológico, también es posible encontrarle como Museo Histórico de la Ciudad. 

¿Qué señala su razón de ser? Más allá del nombre o el calificativo usado para esta tipología lo esencia de estas instituciones radica en su significación cultural y simbólica, es decir, en sus aportes a la consolidación identitaria del municipio. Un asomo a las coordenadas que acompañan su creación en el mundo y en Cuba demuestra que los museos municipales son, en el ámbito de la cultura, la fragua del patriotismo local. Por esta fecha hagamos un recorrido en ambos ámbitos. 

Aunque de alcance nacional, el Museo de Historia de Estonia, en Tallin, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1997, tiene su origen en 1842 como una de las primeras expresiones del nacionalismo tras el abolicionismo de la servidumbre y la progresiva educación de los nativos y, probablemente, en las contradicciones ideológicas con el pasado encuentran las razones por las que sus colecciones ignoren los temas relacionados con las etapas que anteceden al siglo XIX; el Museo de la Ciudad de Bratislava, en Eslovaquia, se establece en 1868 cerca de la Plaza de Armas de la vieja capital de Budapest como consolidación del Imperio Austriaco-Húngaro en 1867, y su colección documenta la historia local desde los primeros períodos hasta el siglo XX; mientras el Museo Carnavalet, que data de 1890, narra la historia de París mediante testimonios de la arquitectura y el urbanismo de siglos pasados, escenas históricas y anecdóticas, retratos de ilustres parisinos y huellas de la vida diaria, en un edificio adquirido por el Ayuntamiento en 1866 con el asesoramiento del barón Haussmann, miembro de la Academia de Bellas Artes y encargado de las reformas urbanísticas de la ciudad.

 Los museos municipales del siglo XX reajustan sus principios museológicos de acuerdo a sus coordenadas y el desarrollo de la disciplina, pero mantienen su esencia en relación con la identidad. En 1907, en el patrimonial inmueble de  1650, siglo XVII, que sirviera de sede al Convento de Santa Clara en Zagreb, Croacia, se crea el Museo de la Ciudad con tema central en “la historia cultural, artística, económica y política de la ciudad, desde los hallazgos romanos hasta la época moderna”. En 1972 la municipalidad de Buenos Aires inaugura el Museo de la Ciudad con el objetivo de “recopilar la historia de la ciudad de Buenos Aires, la de sus habitantes, sus usos y costumbres, su arquitectura y las vivencias de los porteños y aquellos que pasaron por Buenos Aires” en el inmueble de la histórica farmacia La Estrella, construido en 1895, una institución desde la cual se delimita la Zona Histórica de la Ciudad en 1979 (hoy Área de Protección) y, el Museo de la Ciudad de Rosario, también de Argentina, de 1981, se concibe como un centro cultural polivalente que además de visitas a sus exposiciones permanentes ofrece servicio a estudiantes e investigadores en la biblioteca y el archivo municipal.

En representación de la museología contemporánea podría citarse el Museo de la Ciudad de Calabozo, cabecera del Municipio Francisco de Miranda en Venezuela, abierto en el 2004 en una antigua casa de la familia Domínguez. Motivado por la necesidad de inventariar “las obras artísticas a nivel arquitectónico, plástico y artesanal” y “la carencia de investigaciones donde se valoran los procesos que produjeron tales manifestaciones”, este museo sostiene un enfoque antropológico en la relación con el arte, la cultura y la comunidad, de ahí que sus especialistas conciban el trabajo desde una multidisciplinariedad capaz de generar cambios en la calidad cultural de la localidad; ejemplo representativo de desarrollo local.  

Nuestros museos municipales, los de Cuba, no escapan a esas esencias. Los de Bacardí (Santiago de Cuba, 1899), Oscar María de Rojas (Cárdenas, 1900) y Marianita Betancourt (Camagüey, 1920); el Museo de la Ciudad (a iniciativa del Dr. Emilio Roig, La Habana, 1942) y los creados al calor del decreto alcaldicio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, como el Histórico Municipal de Matanzas el 6 de septiembre de 1959 y el Museo Municipal de Marianao, el 5 de febrero de 1960, no están al margen de ese acontecer.


Sin embargo, hasta 1979, con la “Ley 23. De los Museos Municipales”, promovido por Marta Arjona desde el Consejo Nacional de Cultura, no había tenido Cuba un proyecto nacional para que cada municipio de la República contara con un museo de esta tipología. La Ley 23, es el paradigma más reciente que tenemos en la investigación y defensa del patrimonio cultural local, pero no está al margen de las esencias que les acompaña desde el siglo XIX. 

“Ley 23. De Museos Municipales” fue firmada el 18 de mayo de 1979 por Blas Roca Calderío, en función de Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba; un proyecto con el objetivo de fomentar la identidad local desde las ciudades cabeceras de las jurisdicciones municipales tras la reorganización política administrativa del país establecida el 3 de julio de 1976. El artículo nro. 1 de la referida Ley establece: 

En cada uno de los municipios de la República se creará un museo en el que se conserven y muestren, para su conocimiento y estudio, documentos, fotografías u otros objetos referentes a la historia nacional y local que reflejen las tradiciones del pueblo, los episodios sobresalientes de sus luchas, los hechos y la vida de sus personalidades destacadas en las diversas épocas y lo referente al desarrollo de su economía, su cultura y sus instituciones. 

Un análisis del directorio de Museos, en la vicepresidencia de Museos, del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural en la provincia de La Habana, revela el siguiente orden de los museos municipales. En 1981, el de Boyeros (26 de junio), en 1982, los de La Lisa (16 de abril), Habana del Este (30 de mayo), Cerro (14 de junio), Marianao (10 de julio), San Miguel del Padrón (24 de julio), Diez de Octubre (6 de diciembre) y Regla (29 de diciembre); en 1983, el de Playa (28 de diciembre), al que cronológicamente le sucedió, 20 años después, el de Arroyo Naranjo (24 de febrero de 2004) y, más tarde el del Cotorro (8 de marzo del 2011). 








El Museo Histórico Municipal de Centro Habana no aparee en esta cronología, pero evidencias documentales demuestra que desde enero de 1981, técnicos y especialistas de este campo registran la entrada de exponentes de bienes muebles a esta institución e inscriben en el libro de inventario de monumentos y sitios, los inmuebles y lugares portadores de valores históricos, arquitectónicos y sociales, entre otros. Su ausencia, sin embargo responde a la consideración de que un museo nace, no en el momento que técnicos y especialistas inician su labor, sino en la hora, día y mes del año que pone a consideración del público sus colecciones. Sin la interacción obra/público, la institución resulta invisible.

Especial lugar ocupa en el panorama de los museos municipales de La Habana el de Guanabacoa, pues por la profunda labor museal desarrollada por su colectivo desde el 26 de julio de 1964 solo tuvo que asumir el reto de ampliar temáticamente sus colecciones en aras de alcanzar la tipología general que demanda la historia sociocultural del municipio. 

Otros reinscribieron su fecha de inauguración, como los casos del Museo Histórico Cultural Francisco Fina García, en Santiago de las Vegas, de 1927, y el ya indicado Museo de Marianao, de 1960 y el caso del Museo Municipal del Cotorro, donde el quehacer desarrollado por especialistas y técnicos a partir del año 2001 desde una de las salas de la Casa de Cultura en Avenida 33 nro. 2204 entre 22 y 24, en Santa María del Rosario, resulta esencial para comprender el museo que en el 2011 abre sus puertas en la Calle 20 nro. 6940 entre 69 y 71, en el Centro del Cotorro. 

En Playa, desde 1983, incluso antes (en 1981), el Museo Municipal abrió las puertas a un coleccionismo de objetos históricos y artísticos como testimonio insoslayable del devenir del municipio, tarea que compartió en el tema histórico con la inauguración del museo especializado Casa Natal de Juan Manuel Márquez el 20 de octubre de 1989, en Ave. 1ra nro. 2862, entre 286 y 288, en Santa Fe; y se amplió como opción cultural con la apertura de instituciones subordinadas a otros organismos como el Museo del Ministerio del Interior en 5ta Avenida y la calle 14 a partir del 26 de marzo de 1989, del MININT, y el Museo de Instrucción Revolucionaria en la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba Ñico López, instituido el 8 de diciembre del 2001 por el Comité Central del Partido.

Debe tenerse en cuenta que el proyecto de la Ley 23 constituyó un desafío para las asambleas municipales del Poder Popular, particularmente por la responsabilidad de construir un inmueble o rehabilitar uno de los existentes, preferiblemente de notables valores patrimoniales, con potencialidad para responder a las exigencias de atesorar, conservar, investigar y exponer objetos patrimoniales de diversa naturaleza, desafío afrontado con anterioridad por los alcaldes que pretendieron seguir el decreto alcaldicio promovido por Roig de Leuchsenring de los años 40. 

Así, para aquilatar en su justa medida estas instituciones, es preciso tener en cuenta que sus historias desbordan el acto inaugural que pone a consideración del público un discurso respaldado por un guion museológico y un diseño museográfico y, en su lugar deben considerarse el trabajo de su colectivo en la formación de colecciones y la puesta en marcha de una proyección cultural hacia la revalorización de lo patrimonial por la comunidad.

Tienen los técnicos y especialistas de los museos municipales dos desafíos de considerables magnitud. 1) presentar a la comunidad a la que sirven la historia cultural de su territorio, una historia teóricamente fundamentada en el principio marxista de totalidad; 2) ofrecer al Grupo de Desarrollo Local una información cuya calidad requiere no solo de sistematicidad permanente durante años, sino también de verificación en fuentes primarias y procesamiento mediante el empleo de técnicas informáticas contemporáneas.

¡Felicidades en el advenimiento del Día Internacional de los Museos!


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